domingo, 23 de agosto de 2015

ABERRACIÓN

     Yo que formé tu cuerpo con tejido
humano, y propias vísceras de cabra;
¿por qué no lloras ni haces lo que pido?
¿Por qué te niegas a emitir palabra…?
     Yo que te implanté un mejor cerebro,
vertí en tí, sangre pura de un humano,
¿así es que me agradeces? Yo celebro
las vértebras que tienes, cada mano.
     ¿Por qué no me respondes ni blasfemas?
¿Por qué ni un párpado tan solo mueves?
Si yo te amo más –¡virgen suprema!–,
que mis libros, mis pinturas y mujeres.
     Yo que maté para que tú nacieras
y viviéramos juntos, lado a lado.
La libertad de hacer lo que quisieras,
y existieras, de niño lo he ideado.
     Mi terrible y más bella criatura,
que ansié que vueles sola como un ave;
yo modelé a mi antojo tu figura:
Yo mato por amor… ¡y tú lo sabes!


                                         Narciso Aquelarre





















Fragilidad de la materia (Narciso Aquelarre)

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