Yo que formé tu cuerpo con
tejido
humano, y propias vísceras de
cabra;
¿por qué no lloras ni haces
lo que pido?
¿Por qué te niegas a emitir
palabra…?
Yo que te implanté un mejor cerebro,
vertí en tí, sangre pura de
un humano,
¿así es que me agradeces? Yo
celebro
las vértebras que tienes,
cada mano.
¿Por qué no me respondes ni blasfemas?
¿Por qué ni un párpado tan
solo mueves?
Si yo te amo más –¡virgen
suprema!–,
que mis libros, mis pinturas
y mujeres.
Yo que maté para que tú nacieras
y viviéramos juntos, lado a
lado.
La libertad de hacer lo que
quisieras,
y existieras, de niño lo he
ideado.
Mi terrible y más bella criatura,
que ansié que vueles sola
como un ave;
yo modelé a mi antojo tu
figura:
Yo mato por amor… ¡y tú lo
sabes!
Narciso Aquelarre
Fragilidad de la materia (Narciso Aquelarre)
No hay comentarios:
Publicar un comentario